Madera tropical y cambio climático

Un tronco talado y transportado por la selva © Global Witness

La madera tropical calienta el clima – la tala de la selva libera grandes cantidades de dióxido de carbono. Desde hace décadas, sectores de la industria de la madera tropical intentan aparecer como protectores de la selva con campañas publicitarias y afirmaciones falsas. Una de las últimas tendencias: tala de árboles “responsable” para proteger el clima. Los madereros pretenden incluso financiarse con fondos concebidos para la protección del clima.

La gran biodiversidad de las selvas tropicales es una maravilla de la naturaleza. Los árboles no son una excepción. En una sola hectárea del Parque Nacional Yasuní en Ecuador, científicos han encontrado 664 especies diferentes de árboles. Para la industria maderera no es un motivo de alegría. Ésta se interesa tan sólo por uno pequeño número de maderas nobles, que se pueden vender fácilmente por mucho dinero. Los codiciados árboles aparecen a menudo de a uno, y muy repartidos por la selva. Están rodeados de una masa de árboles y vegetación sin ningún valor para la industria. La corta de árboles individuales escogidos se denomina “tala selectiva” en la jerga que utilizan. Tras esta expresión no se esconde un concepto científico, sino el mero interés económico de la industria de la madera. Es una actividad puramente extractiva – el manejo sostenible de bosques prometido no sucede en la práctica, sino que lo que se hace es simplemente llevar a cabo las talas.

Para acceder a las maderas nobles se precisa talar las selvas. La naturaleza virgen se convierte en cuadrículas peladas. Con el paso de la maquinaria pesada va surgiendo una red de caminos para los madereros, construyen puentes, almacenes, aserraderos y asentamientos para los trabajadores en medio de la selva. Sólo en la cuenca del Congo en Africa existen 51.916 kilómetros de dichos caminos de los madereros – el equivalente a una vuelta completa a la Tierra por la línea del Ecuador.

De este modo, los tractores pesados de arrastre se allanan el camino a través de la maleza hasta cada árbol talado en la selva, para arrastrar los troncos varios cientos de metros hasta el almacén de madera más cercano. Los árboles que no tienen valor comercial se interponen literalmente en su camino. Por casa árbol de madera tropical valioso comercialmente se dañan entre 10 y 20 árboles de otras especies, y cientos de pequeños árboles quedan lisa y llanamente aplastados.

Destrucción de árboles en la selva causa emisiones masivas de CO2

Los daños infringidos al ecosistema son enormes. Los sensibles suelos de la selva quedan comprimidos y arrasados. Los daños causados a los árboles y a las raíces son la puerta de entrada de hongos e insectos de la madera. Durante años, también mucho después de haberse marchado las sierras a motor y los bulldozers, la muerte en la selva continúa expandiéndose. En el dosel del bosque se abren grandes huecos. La selva se seca y en áreas con períodos largos de sequía significa la amenaza de los incendios, posiblemente con efectos devastadores.

A nivel global, las selvas son importantes sumideros de carbono. Los 350 millones de hectáreas de selvas tropicales almacenan la cantidad de 70 mil millones de toneladas de carbono; por término medio son unas 200 toneladas de carbono por hectárea. Anualmente absorben casi 5 mil millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera. Qué influencia tiene la tala selectiva de árboles sobre el total de carbono y sobe el clima se investiga con un estudio del entorno de la industria de madera tropical, de la Universidad de Florida.

La vegetación destruida por los madereros se descompone rápidamente en condiciones de humedad como las de la selva tropical, con consecuencias fatales. La mitad de la biomasa, hasta 120 t de carbono por hectárea de bosque, se libera como gas de efecto invernadero CO2. Esto significa 450 toneladas de CO2 por hectárea, que calientan la atmósfera y así el clima global La tala selectiva que la industria maderera califica de sostenible, es de este modo uno de los principales motivos de calentamiento del clima de nuestro tiempo: cada año se agregan de este modo 1,8 mil millones de toneladas de CO2, es decir un 5 por ciento de las emisiones de CO2 dañinas para el clima, que se pueden atribuir directamente a a acción siniestra de la industria maderera sobre las selvas tropicales del planeta. Estamos hablando del equivalente al doble de las emisiones de dióxido de carbono de Alemania.

Recién después de 8 años de liberación de carbono continuada comienzan las selvas a capturarlo otra vez lentamente. Es un proceso a largo plazo. Pasan muchas décadas, hasta siglos, hasta que las cantidades de carbono alcanzan sus valores originales. Pero muchas de las selvas tropicales vaciadas por la industria maderera no vuelven a tener esa oportunidad en absoluto.

Madereros se declaran defensores del clima y piden dinero del comercio de emisiones

Los caminos construidos para transportar madera son la puerta de entrada perfecta para cazadores ilegales, colonos, agroindustrias, empresas mineras y especuladores varios. Estos dan el golpe final a la selva y sus acciones terminan por liberar el resto de carbono. La deforestación generalizada es la causa de un quinto de las emisiones de dióxido de carbono globales.

A pesar de las alarmantes cifras, los estudios científicos mencionados abogan por “prácticas de tala mejoradas” o “mejor planificación” para reducir los daños de la tala comercial en la selva. Esta es la actitud del lobby maderero desde hace muchos años. Que talar con un título universitario o con un mapa en la mano producirá menos deforestación y menos impacto climático es la lógica que subyace a estas propuestas.

Científicos han calculado que se podrían ahorrar hasta un tercio de las emisiones de CO2 y hacen una propuesta tremenda: la “tala de árboles con efectos reducidos” que debería contar como contribución a la protección del clima y financiarse mediante los mecanismos de comercio de carbono. Los sistemas existentes de comercio de CO2 podrían hacer aún más lucrativo el negocio de los madereros convertidos en protectores del clima.

De esta manera, ya se ha financiado en ocasiones la tala de las selvas con dinero público. Por ejemplo:

Actualmente el gobierno noruego está analizando en el marco de su política climática financiar la tala industrial de la selva en la República Democrática del Congo lo que afectará a 20 millones de hectáreas de selvas tropicales. La organización ambiental Rainforest Foundation UK critica contundentemente que la industria de la madera tropical recibiría una concesión de 20 millones de hectáreas de selvas para las talas.

La Secretaría de Estado Suiza para la Economía otorgó varios cientos de miles de francos a la empresa maderera de Zürich tt-Timber para un plan de manejo en la República del Congo. En ese país, su filial Congolaise Industrielle des Bois (CIB) tala la selva desde 1969.

También Alemania apoyó a esta empresa a través del Ministerio de Cooperación (BMZ) con 690.000 euros de dinero de los contribuyentes.

Junto a CIB cuya concesión es de 1,3 millones de hectáreas, unas cuantas empresas europeas -alemanas, holandesas, danesas, italianas, británicas y portuguesas- circulan por la cuenca del Congo y algunas de ellas tienen grandes concesiones. Algunas de estas empresas como CIB espanden su actividad a otras áreas de selvas primarias medida que se va agotando las maderas nobles que buscan, como es el caso de la concesión Loundoungou de 400.000 hectáreas.

Especies de árboles codiciadas por su madera

Sapelli (Entandrophragma cylindricum) también llamada caoba africana es una de las especies de madera más codiciadas. Precisamente constituye el mejor ejemplo de la falta de sostenibilidad de la industria de la madera tropical. Después de décadas de tala, la especie está clasificada como “amenazada con alto riesgo de extinción a medio plazo” y ha entrado en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza IUCN.

El camino de la madera hasta sus clientes... y a la Lista Roja

El transporte de la madera también es un negocio que daña el clima. Desde el bosque hasta llegar a los clientes puede recorrer varios cientos de kilómetros hasta el puerto de carga, y de ahí miles de kilómetros hasta los puertos europeos, desde donde vuelve a recorrer cientos de kilómetros por las autopistas de Europa.

Más sobre cómo afecta el clima el comercio de maderas tropicales en el estudio de Global Witness en varios idiomas, entre ellos español.

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