Selva amazónica

Vista aérea de la selva amazónica © Nathalie Weemaels

Con 7.000.000 km², la selva Amazónica es la mayor y más biodiversa selva del planeta. De ella depende también una rica biodiversidad.

Es la mayor selva tropical del mundo. Más de la mitad (60 %) de su superficie se encuentra en Brasil. El resto de la Amazonía es superficie repartida entre Bolivia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana, Colombia, Perú, Surinam y Venezuela.

Miles de ríos, entre ellos el caudaloso Amazonas se entretejen en su geografía, que alberga ciudades fluviales que florecieron en el s.XIX durante el auge del caucho, como Manaos y Belém en Brasil o Iquitos y Puerto Maldonado en Perú.

Rica biodiversidad y gran diversidad cultural

En ninguna otra región de nuestro planeta existen tantas especies de plantas y animales como en la Amazonía. La región amazónica alberga aproximadamente el 10% de todas las especies conocidas y cerca del 20% de las especies de plantas del mundo. La formación de la cordillera de los Andes y los cambios en el paisaje han sido cruciales para la evolución de la flora y fauna en la región.

La biodiversidad amazónica se ha desarrollado a lo largo de millones de años, influenciada por factores geológicos y climáticos. No sólo alberga más de 2,5 millones de especies de insectos, 1.300 especies de aves, 3.000 de peces y 430 de mamíferos. Entre las especies más emblemáticas se encuentran el jaguar, el delfín rosado y aves como guacamayos y tucanes.

En los nueve países que la conforman, unos 500 pueblos indígenas llaman hogar a la selva amazónica y de ella obtienen su sustento.

Serias amenazas

Estos pueblos que habitan la región amazónica enfrentan muchas amenazas y agresiones: proyectos mineros, expansión de agronegocios como la soja, la palma aceitera, la ganadería extensiva, la explotación de hidrocarburos, la tala ilegal y las infraestructuras como carreteras, hidroeléctricas, hidrovías, líneas de transmisión, el extractivismo minero-energético y otros. Algunas de estas actividades se relacionan entre sí y ellas estas actividades significan la deforestación de la selva amazónica y roducen cambio climático.

La deforestación y degradación de la Amazonía debido a esas agresiones conduce inevitablemente a más fenómenos climáticos extremos como los actuales: sequías, aumento de ciclones devastadores y otras catástrofes ambientales.

Los pueblos amazónicos son quienes se sitúan en primera línea de defensa de la Amazonía, pero su conservación también es vital para toda la humanidad. Mientras defienden sus territorios, sufren innumerables agresiones como asesinatos, criminalización y otras violaciones graves de sus derechos fundamentales y sus derechos propios como pueblos indígenas.

La Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica COICA, dice que la Amazonía es un solo cuerpo interconectado, que de nada sirven proyectos o iniciativas que protegen una parte, si se destruye la otra; vacunar a la población a un lado de la frontera, viendo como se enferman al otro; bloquear un río a un lado de la frontera con represas, afectando así a los países vecinos; o derramar miles de toneladas de productos tóxicos o emisiones contaminantes en un país, viajando el veneno y la contaminación por el aire y las aguas y entrando a la cadena alimentaria, distribuyéndose por los nueve países amazónicos.”

La protección de la Amazonía es esencial no solo para la conservación de sus especies, sino también para el bienestar de las comunidades que dependen de ella y también a nivel global.

Salva la Selva

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