
Derechos de la Naturaleza en Indonesia
En Indonesia, los juzgados también son un importante ámbito de acción para la defensa de las selvas tropicales. Dana Tarigan, director hasta 2020 de una de las organizaciones de WALHI, federación de más de 500 organizaciones ecologistas indonesias, nos lo explica.

Lograr Derechos de la Naturaleza para una selva o bosque significa su propio derecho a la vida, a existir, a ser respetado o a lo que establezcan los derechos reconocidos.

El debate acerca de los derechos de la naturaleza está aumentando en diferentes ámbitos y geografías con experiencias varias.

Ecuador es el único país que considera la naturaleza como sujeto de derechos desde que entró en vigor en 2008 su actual Constitución.

Uganda es pionera en explorar y reivindicar Derechos para la Naturaleza en el continente africano, trabajo al frente del que se encuentra el pueblo Bagungu.
La naturaleza no tiene ningún derecho constitucional en Indonesia. La máxima prioridad política es el crecimiento económico y el gobierno acepta los riesgos ecológicos. Por ello, WALHI ha recurrido al derecho de demanda en varias ocasiones. Lo obtuvo a finales de los años 80.
WALHI es todavía hoy día la única ONG de Indonesia que tiene derecho a demandar en interés de los ecosistemas destruidos. A lo largo de los años, este derecho a demandar ha quedado consagrado en la legislación sobre silvicultura, protección del medio ambiente, residuos y protección del consumidor.
No sólo las personas sufren la destrucción de la naturaleza y la contaminación del medio ambiente, también otros seres vivos, como los árboles, las aves o los ecosistemas, se ven afectados.
La realidad es, que la mayoría de las veces, los tribunales desestiman las demandas interpuestas. Pero el objetivo de las organizaciones que forman parte de WALHI es detener la destrucción, no necesariamente ganar un juicio. Un ejemplo es la presa de la selva de Batang Toru, donde viven los orangutanes de Tapanuli, en grave peligro de extinción. La demanda para que el gobierno revocara el permiso de construcción fracasó.
Pero sólo gracias a la negociación, y a las numerosas protestas que tuvieron lugar en todo el mundo, los inversores, incluido el Banco de China, se vieron obligados a retirarse. “Perdimos, la presa aún está por construir, pero los financieros se han dado cuenta de los riesgos”, cuenta Dana Tarigan.