El fracaso de la Jatropha

El fracaso de la Jatropha

Fue sonado el caso de la India, donde un ambicioso programa de agrocombustibles se inició oficialmente en 2003, estableciendo un objetivo de 30 por ciento de diesel agrocombustible para 2020. Millones de campesinos pobres y sin tierras fueron animados a cultivar jatropha con promesas de un programa de alto perfil que atrajo la atención internacional, y que también fue adoptado en China en 2006 y otros países de Asia y Africa. China estableció un mandato de 15 por ciento de agrocombustibles para 2020 y previó dedicar 1 millón de hectáreas de tierras al cultivo de jatropha. En Tanzania fueron más de 10.000 campesinos los que establecieron jatropha. En 2008 contaba globalmente con 900.000 hectáreas plantadas con jatropha, 85 por ciento en Asia, 13% en Africa y el resto en Latino América. Y aún se apuntaba a llegar con 12,8 millones de ha. en 2015.

En los tres países mencionados, el fracaso fue enorme para los miles de campesinos que se involucraron. En la india, hasta un 85 por ciento de los campesinos que entraron al programa lo abandonaron. Las pérdidas económicas fueron estrepitosas, y las cosechas demasiado por debajo de lo esperado. La falta de investigaciones bien documentadas y las pocas experiencias y tal vez porque investigadores y Universidades de la India dependen de las subvenciones para sus investigaciones, entraron en el juego del gobierno de promocionar las plantaciones de jatropha.

Caso de Chiapas

El gobierno de Chiapas, México, se planteó sembrar 14.000 hectáreas de jatropha o piñón. Importó toneladas de semillas de jatropha de la India. No se utilizaron tierras abandonadas, sino tierras destinadas que estaban destinadas al uso forestal o al cultivo de alimentos incluso básicos como el maíz. Al mismo tiempo, el gobierno del estado desincentivó el cultivo de alimentos básicos para autoconsumo y promovió la reconversión, o “reforestación” con especies que incluían la jatropha curcas y la palma de aceite. La jatropha se introdujo como cultivo comercial en el campo chiapaneco desde 2007. En 2009 la Comisión Nacional Forestal (Conafor) estableció un programa de financiación de la siembra de jatropha con 7.400 pesos por hectárea. Además se proporcionó la semilla y/o la planta y mil pesos para asesoría técnica. Estos apoyos sólo se garantizaban para el establecimiento de la plantación. Ingresaron al programa 3.000 pequeños productores de 23 municipios.

Después del ruido con el que habían anunciado los planes, el plan de la jatropha las cuentas no salieron y la experiencia resultó en un silencioso fracaso. La semilla importada no germinó adecuadamente y sólo sobrevivió un 10 por ciento aproximado de la superficie plantada. Las plagas se hicieron mella en la especie importada. Y detrás de las plagas, vino el uso de plaguicidas.

Ante este fracaso, el gobierno chiapaneco arranca entonces un agresivo programa de recolección de varetas de piñón nativo, y establece viveros madre en la zona Istmo-Valle Central. De ahí, el gobierno comienza a recolectar y distribuir varetas entre comunidades aledañas, para establecer plantaciones bajo el método de reproducción vegetativa.

Al mismo tiempo, inaugura con más bombo y platillo, una planta industrial procesadora de aceite de jatropha y productora de “bio”diesel, en la ciudad de Cintalapa, Chiapas, hoy día en estado de abandono por carencia total de materia prima; es decir, de frutos de piñón.

Balance: Chiapas pretendía incorporar para 2012 un total de 60 mil hectáreas de jatropha. La Secretaría de Agricultura registra 2009 como el primer año de producción de jatropha, con 416 hectáreas sembradas. La prensa mexicana hablaba en junio 2011 de diez mil hectáreas sembradas. En 2010, muchos se preguntaban ¿de dónde se está abasteciendo la materia prima para la planta de Tapachula? Y la sospecha era que ni un solo litro de biodiesel de jatropha se producía en Chiapas y que la materia prima de la que se hablaba se estaba importando de Costa Rica.

A todo esto, se deforestaron terrenos de alta biodiversidad nativa, conocidos en el sureste mexicano como “acahuales”, que no son sino selvas en proceso de regeneración; se desplazaron tierras campesinas usadas hoy para la producción de granos básicos y de ganado para consumo humano, lesionándose la soberanía alimentaria local y regional; se utilizó una indiscriminada cantidad de agrotóxicos, envenenando suelos y agua, y afectándose gravemente la salud de las familias campesinas; se profundizó la dependencia económica de las comunidades, hacia un mercado internacional cada vez más monopolizado, ampliándose a mediano plazo, la desigualdad y la pobreza;

El balance es que las fallidas experiencias en India, China, Tanzania o México mostraron que el optimismo de los gobiernos era exagerado en cuanto a productividad, generación de empleo y competitividad, y que las críticas a los agrocombustibles están bien sustentadas. Aunque el fruto de la jatropha tiene fama de tener un alto contenido de aceite, nunca se había destacado por su importancia comercial, y la producción de semillas y aceite es muy variable. Aunque crece de manera silvestre en muchos climas semi áridos, la falta de agua y nutrición se refleja en su productividad. Estas observaciones son accesibles para los gobiernos involucrados, que debieron analizar la situación seriamente antes de involucrar a miles de campesinos en programas destinados al fracaso.

Elaborado por Salva la Selva con informaciones de

  • Promode Kant Institute of Green Economy, India and Shuirong Wu, Chinese Academy of Forestry, Beijing, China (http://pubs.acs.org/doi/pdfplus/10.1021/es201943v)
  • Pilar López Sierra - Investigadora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Energias/Jatropha_Curcas_en_Chiapas._Cronica_de_un_fracaso_anunciado)
  • Miguel Angel García Aguirre, Maderas del Pueblo del Sureste (http://www.maderasdelpueblo.org.mx/archivos/pdf/Biocombustibles_en_Chiapas_MPS.pdf).
     

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